2001: EL VIAJE ABSOLUTO
La trama de la película es bastante fiel a la novela salvo ciertas diferencias que no afectan al desarrollo de las ideas principales de la historia. Quienes han leído el libro, en la gran mayoría de los casos, seguramente haya sido después de haber visto la película. De esta manera, según se va avanzando en la lectura, fotogramas (y música) regresan a la cabeza, pero esta vez, envueltos en una copiosa cantidad de detalles tan realistas sobre tecnología, física o astronomía que resulta fascinante imaginar cómo todo tiene verosimilitud dentro de la ciencia ficción.
El misterio que viene introducido de la mano del monolito, de proporciones y forma tan precisas que es imposible que alguien en La Tierra lo haya construido, se va desvelando poco a poco según transcurren los acontecimientos hasta el final de la película, para revelar, que el verdadero tema de la película no es el Espacio, sino el Tiempo. La evolución de la Humanidad desde el principio de los tiempos, desde simios antropomorfos, hasta el niño de las estrellas, siendo todo resultado de la manipulación externa de otra inteligencia inmensamente mayor.
Si nos situamos en la primera parte de la película, El amanecer del hombre, podemos ver que, con la inteligencia, dada por el primer monolito, nace la herramienta, utilizada en su primer uso para matar, en concreto para la caza o para defenderse de amenazas por parte otros animales. El simio primigenio pasa de ser una especie a punto de desaparecer por su debilidad, cagada de miedo, escondida en cuevas hasta que pase el peligro, a salir y encararlo. Mejora su calidad de vida y se hace más fuerte. Nace la consciencia de dominio. El asesinato como muestra de superioridad deja claro al otro grupo de simios de quién son esos recursos.
Y de herramientas simples como el hueso pasamos a otras más complejas como la nave espacial en una elipsis de cuatro millones de años. El Hombre es capaz de viajar por el Espacio, de dotar a una máquina de inteligencia, consciencia de ella misma, con capacidad de realizar millones de operaciones por segundo y a la que le es confiada el gobierno y control absoluto de cada mecanismo de la nave. Incluso al volcar inteligencia en un computador, el orgullo y el sentimiento de superioridad van siendo notorios en el comportamiento y el tono de la voz electrónica del HAL9000, que no duda en asesinar a la totalidad de los tripulantes al verse amenazado con su desconexión.
Espacio y tiempo
Dave Bowman, tras alcanzar el monolito de Júpiter y entrar en la puerta de las estrellas, es situado en una habitación de hotel de estilo dieciochesco. Con aires de filosofía oriental, el yo real de Bowman toma consciencia y es espectador de la muerte de su propio cuerpo físico, es decir, el ‘yo’ de los sentidos cuyo poder de percepción es limitado. Se libra de los pensamientos en base a un sistema de creencias, de los estados de ánimo, del dolor. Y todo perpetrado por una paciente fuerza exterior desconocida, aunque lo de paciente no le sea aplicable y no exista el tiempo, ni tampoco el espacio como algo relevante para ella, mientras que para el ser humano sean conceptos ilusorios y los pilares fundamentales en los que construye su realidad.
Los revolucionarios y oscarizados efectos visuales tienen tanto protagonismo que se bastan de ellos mismos sin necesidad de diálogos o narrador para contar la historia. O se apoyan sólo en la música para obtener un resultado aún más plástico (naves danzando en los confines del espacio). Inicialmente, la música original había sido encargada a Alex North para quedar finalmente en la sombra, al decidir Kubrick que la música provisional para el montaje que le había traído su cuñado Jan Harlan era más apropiada.
Está claro que 2001 es una película que tiene dividido al público. Una parte piensa que es una obra revolucionaria en el aspecto visual y narrativo además de atrevida y visionaria; y otros, sin embargo, la encontraron lenta y aburrida. Incluso tuvo una importante acogida en cierto sector del público joven de la época debido a su gran parecido con las historias que se habían impreso especialmente para consumidores de LSD. En fin, en cualquiera de los casos, como todo el cine de Kubrick, no dejó a nadie indiferente, y corrieron ríos de tinta sobre la película que la MGM presentaba como “el viaje absoluto”.