¡ES LA GUERRA! PUTIN INVADE UCRANIA
Finalmente, los rusos han dado el paso. Y no estamos hablando de un ataque limitado, sino de una invasión a gran escala, que ha incluido ataques sobre las dos ciudades más importantes de Ucrania: la capital Kiev y Járkov. El objetivo de la invasión, según las declaraciones del Vladímir Putin, dista mucho de ser una mera ocupación militar de las recientemente reconocidas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, al Este de Ucrania, sino la ‘desmilitarización’ y ‘desnazificación’ del país. Un lenguaje bélico que retorna a los puntos más oscuros de la Guerra Fría y que quiere decir en realidad que lo está encima de la mesa es el control político-militar ucraniano por parte de Rusia.
LOS PREPARATIVOS
Era obvio para quien quisiera verlo que la acumulación de tropas rusas en la frontera con Ucrania y en Bielorrusia, ya definitivamente alineada con el Kremlin, presagiaba el desencadenamiento de un conflicto. La duda estaba en su escala, la cual se va despejando conforme pasan las horas y que, en pocos días, quedará totalmente clara. Más allá de los entre 160.000 y 190.000 (seguramente muchos más) efectivos militares rusos que se han concentrado, la clave de todo está en el reconocimiento como países soberanos de Donetsk y Lugansk. Lo que en el fondo no es más que la afirmación de lo que durante estos años ha sido una realidad: estos países ficticios están controlados por Rusia.
Al reconocer Moscú esta independencia, la presencia de tropas ucranianas en parte del territorio reclamado por los rebeldes pro-rusos se convierte en la gasolina necesaria para encender el conflicto. Pues si las dos repúblicas satélite de Rusia piden (como han hecho) ayuda y asistencia a Moscú, así como su protección, ello equivaldría a formalizar un acto de guerra. Así las cosas, en el Kremlin tienen ya su ‘casus belli’ y no han perdido el tiempo. Como sucediera hace años en Georgia, saben que la única manera de mantener a los Estados Unidos y a la OTAN fuera de Ucrania es manu militari.
LAS OPERACIONES MILITARES
Las fuerzas rusas se encuentran a escasos kilómetros de Kiev. La ofensiva relámpago de los rusos necesariamente tenía que producirse en estas fechas, como ya explicamos hace poco en el artículo El Mariscal Barro, El enemigo de Putin en Ucrania. Las lluvias de primavera convertirán las estepas ucranianas en un lodazal que impedirá a las tropas avanzar con rapidez, si bien la tecnología militar puntera que maneja Moscú puede paliar esta vicisitud, no puede contrarrestarla totalmente. La ‘desmilitarización’ que persigue Putin no se basa tanto en la ocupación militar del territorio como en la destrucción inmediata de los contingentes de tropas enemigas y de los centros logísticos y de suministro. Es decir, la quiebra de la capacidad de Ucrania para resistir, sea cual sea la voluntad de sus habitantes.
Al bombardeo de múltiples ciudades ucranianas se ha acompañado la penetración de tropas por cuatro ejes diferentes:
- Las repúblicas del Donbás, hacia el oeste.
- El Noreste de Ucrania, hacia la ciudad de Járkov, históricamente cercana a Rusia y la segunda más importante después de Kiev.
- Crimea (ocupada ilegalmente en 2014) y el Sur de Ucrania, incluyendo el área del Mar Negro y del Mar de Azov.
- Bielorrusia, desde el Norte de Ucrania, atravesando el área de Chernóbil, hacia Kiev.
Con ello espera Putin tener un control efectivo y rápido al Este del Río Dniéper, que divide Ucrania en dos. Las unidades acorazadas rusas han penetrado en territorio ucraniano tras la necesaria preparación artillera, ocasionando las primeras víctimas civiles y militares en el conflicto.
El desarrollo de los acontecimientos demostrará cuáles son los objetivos inmediatos de Putin a la hora de desencadenar la operación militar:
- Controlar el Este de Ucrania y mantener el resto (al Oeste) como un Estado vasallo plegado a sus intereses.
- Controlar el Sur del país para unir Crimea por tierra con el resto de Rusia, asegurándose una posición más fuerte en el Mar Negro que presione sobre el Mediterráneo.
- Controlar Ucrania totalmente, ocupando de forma completa el país militarmente e imponer un gobierno títere.
REACCIONES
Mientras que China e Irán no han tardado en solidarizarse con Rusia, Estados Unidos y los países de la Unión Europea aún no se han planteado una respuesta militar en tal sentido. Sí han decidido poner en práctica el paquete de sanciones económicas que tenían ya preparado por si sucedía lo peor. El objetivo es ahogar la débil economía rusa por medio del aislamiento económico más duro. Lo que, unido a los gastos imprevisibles de un conflicto imprevisible, haga colapsar el sistema económico del Kremlin. Algo así como lo que sucedió con Afganistán respecto a la Unión Soviética en los años 80.
Si Rusia queda aislada del todo en el sistema internacional, las perspectivas para una economía que se basa casi en exclusiva en la exportación de hidrocarburos, con una industria que no es capaz de competir en nada más respecto a los países que van a imponer estas sanciones, las perspectivas no son buenas. Si esto se confirma, y Ucrania no es estabilizada ante una hipotética victoria bélica de Moscú (que no política ni sociológica), cabe entender que la arriesgada apuesta de Vladímir Putin ha sido un error catastrófico. El primer clavo en la tumba de la oligarquía que con tanto trabajo ha levantado. Sea como fuere, la pelota está ahora en el tejado de la OTAN y de EE.UU. Saben que deben hacer algo más que imponer sanciones económicas a un país como Rusia, que ha violado la integridad territorial de un Estado soberano y, por tanto, amenazado a la seguridad colectiva como no se había visto desde 1939.