MAÑUECO NO ES AYUSO
En el PP están ahora atrapados por los resultados de su arriesgada apuesta: no han obtenido un resultado que les permita gobernar el solitario, no han conseguido revalidar su marca electoral y encima han propiciado el crecimiento de su rival por la derecha.
Pablo Gea
Lejos de lo que pudiera parecer, estas elecciones han sido un auténtico cataclismo para el Partido Popular. Valorando por encima de todo que han tenido lugar en un contexto de agudización de la guerra fría entablada ya desde hace tiempo entre Ayuso y Casado. Pues no se olvide que estas elecciones han sido propiciadas por la cúpula del PP para contrarrestar el éxito de Ayuso en Madrid y ensalzar la marca PP (y el liderazgo de Casado). Demostrando así que no es la líder madrileña la que genera rédito electoral, sino la formación política. Todo un fiasco que ya se veía venir de lejos y que quedó confirmado cuando se tuvo que llamar a la propia Ayuso para que viniera desde su feudo a salvar lo que se pudiera de una campaña que hacía aguas por todas partes.
No fue sólo un error de cálculo por parte de Casado y los suyos, sino también por parte del mismo Mañueco, que se creyó Ayuso. Razón por la cual proyectó una campaña insípida, sin mucho más que ofrecer que lo que ya había. De esta manera, el músculo político del resto de partidos políticos, especialmente el de Vox, puso en marcha la maquinaria con unos resultados que a la vista están. Pues es Vox el auténtico ganador de estos comicios, con un PP que no consigue sus objetivos, un PSOE que confirma su tendencia a la baja, y unos Ciudadanos y Unidas Podemos condenados a la irrelevancia. Está claro por un lado que el mensaje de la izquierda no ha conseguido arrastrar a sus masas tal y como se había previsto, en clara sintonía (¡esta vez sí!) con lo sucedido en Madrid. Como igualmente lo está que el PP no ha conseguido ninguno de sus objetivos, sacrificando una coalición manejable en pos de la incertidumbre de tener que contar con un socio por derecho propio que ya ha anunciado alto y claro que no se va a dejar mangonear por una fuerza mayor y que condicionará duramente cualquier coalición de Gobierno a la que se llegara.
En el PP están ahora atrapados por los resultados de su arriesgada apuesta: no han obtenido un resultado que les permita gobernar el solitario, no han conseguido revalidar su marca electoral y encima ha propiciado el crecimiento de su rival por la derecha. Casado no quiere ni oír hablar de una coalición con Vox con las próximas Elecciones Andaluzas en mente. No quiere que el efecto movilizador que ello pudiera tener en un tradicional feudo de la izquierda le arrebate una Comunidad tan preciada. Nefasto efecto tendría en su pretendida carrera hacia La Moncloa.
Pero nadie puede negar ya lo evidente: que el liderazgo de Casado está cada día más debilitado, y que el PP tiene ahora que optar entre competir con Vox por el espacio de la Derecha dura o desplazarse hacia el Centro liberal y pescar votos entre el electorado que otrora votara a Ciudadanos y el que se sitúa a la derecha del PSOE pero carece de una formación que le permita canalizar su voto útil. Habrá que ver ahora si a Mañueco le sale bien eso de pactar con otras formaciones periféricas una investidura y obligar a Vox a abstenerse. Pase lo que pase, el escenario es tan sumamente complicado que tampoco serán descartables unas nuevas elecciones ante una eventual situación de bloqueo.
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