DESPERTAR SOCIAL Y EL PANIBERISMO
El pasado martes 17 de mayo tuvo lugar en el Archivo General de Indias la conferencia impartida por D. Frigdiano Álvaro Durántez Prados, director de la Cátedra Funiber de Estudios Iberoamericanos y de la Iberofonía, ‘La articulación del Mundo Ibérico a 500 años de la primera globalización’, organizada por la Plataforma en Defensa del Mundo Hispánico. Fue una ocasión especial que nos sirve para reflexionar hondamente sobre el papel de España en el mundo hispánico, y para tomar partido. Partido en el sentido de tener claro, a su vez, dónde encaja este mundo hispánico en el contexto de la Globalización. No debe olvidarse que esta Globalización es un fenómeno netamente anglosajón, aquilatado por su victoria en las dos guerras mundiales y por la derrota de la Unión Soviética en la Guerra Fría.
Fiel a su planteamiento constante de no permitir la hegemonía de ninguna otra potencia que no sea ella misma, Angloamérica ha socavado una y otra vez la posición de cualquier potencia continental que aspirara a ello en seno de Europa. Lo hizo primero con la Monarquía Hispánica, luego con el Imperio Francés y finalmente con Alemania. Incluso la OTAN, alianza militar contra los soviéticos y que se mantiene hoy, no es más que un vehículo de la política exterior anglosajona. Que, entre otras cosas, no va a permitir nunca que el Mundo Hispánico pueda mirarse de igual a igual con el Mundo Anglosajón. El idioma, correa de transmisión igualmente de la cultura, constituye un aspecto fundamental en todo eso, aunque sólo sea por comparar el número de hispanohablantes maternos que existen en el mundo con el de anglosajones que tienen el inglés como primera lengua.
Así las cosas, a Iberoamérica (que incluye asimismo a los países de matriz lusa) no lo queda más remedio -si quiere ser un activo en la Política Internacional contra las potencias anglosajonas que sí se toman su propia alianza en serio- que plantearse la estructuración de una colaboración conjunta. No hay más. Ello pasa no sólo por trabajar por la construcción de una Federación o Confederación entre España y Portugal, sino por perseguir un proyecto más ambicioso que incluya al resto de países latinoamericanos en pos de la consecución de unos intereses comunes sostenidos sobre una colaboración política y económica estrecha.
Sucede que, hasta el momento, ningún país ha contado con el liderazgo y la visión intelectual necesaria como para ponerse manos a la obra con la tarea. Cometido, ojo, que no se logrará de la noche a la mañana y que será trabajo de generaciones enteras. Lo importante ahora es tener claro el propósito y definir los medios, así como las etapas. Pues no se olvide que los intereses anglosajones son antagónicos a los intereses hispánicos, y teniendo esto en cuenta se llega a la conclusión obligada de que Iberoamérica (junto con todos los países de matriz ibérica) debe desarrollar su propia Globalización a fin de convertirse en un actor internacional de primera categoría que sea capaz de defender sus intereses de manera clara en un mundo multipolar.
El liderazgo de este proceso debe ostentarlo, claramente, España. Es lo natural y no cabe otra opción.