Martes, 3 de diciembre, 2024
Muerte de Gorbachov

Si Gorbachov mereció el Premio Nobel por algo, es por acabar con la Unión Soviética.

Pablo Gea

La muerte de Mijaíl Gorbachov ha pillado a contrapié a los rusos, enfrascados en un conflicto que encarna, como pocos, una visión del país y de la sociedad antagónica a la defendida por este importante personaje histórico del siglo XX. Muchos ni sabrán quién es, pero precisamente si Ucrania y Rusia son hoy países distintos e independientes, es a consecuencia de las políticas por él emprendidas. Incluso en contra de su voluntad.

Muerte de Gorbachov

Pero vamos al principio: 1985, la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) está económicamente estancada, como todo el Bloque del Este. Una economía incapaz de diversificar y de innovar, aprisionada por una burocracia asfixiante que mantiene sometidos a los ciudadanos soviéticos desde hace décadas. Una dictadura brutal que se ha impuesto en base al asesinato en masa. La élite soviética se divide entre los conservadores y los reformistas. Unos quieren mantener el sistema tal y como está, en el sentido del estalinismo duro; y otros consideran que, de no introducir medidas de mercado que descentralicen la toma de decisiones en la economía, la URSS no sobrevivirá. Algunos van aún más lejos: entienden que el sistema político debe liberalizarse. Pero ojo, ni unos ni otros desean acabar con el sistema imperante en la Unión Soviética ni disolver esta. Tan sólo adaptarlo a los tiempos para competir de manera más eficaz con Occidente.

Esta es la clave en la que hay que entender las políticas de Gorbachov, tanto la Perestroika como la Glásnost. Reforma económica y política, respectivamente. La rapidez con la que se implementaron los cambios, unida a la peculiar estructura de la URSS, implicaron que el país no pudiera soportar el cambio y ambas políticas acabaron fracasando. La inexistencia de una clase media capaz de sostener la aplicación de la reforma económica, a lo que hay que sumar el mantenimiento de aspectos importantes de la economía planificada claramente incompatibles con la economía de mercado, dieron como resultado un duro desabastecimiento que condujo al caos económico.

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Pero la clave estuvo en la reforma política. La URSS era una teórica federación entre distintas repúblicas en pie de igualdad. En realidad, era una estructura centralizada en Rusia, de la cual dependían el resto de las repúblicas limítrofes, entre las que se encontraba Ucrania. Se trataba de un sistema que se había creado y se sostenía por el Terror. Un terror y una dictadura que radicaba en el Partido Comunista. De esta manera, cuando Gorbachov y su equipo iniciaron la reforma política y, en consecuencia, debilitaron el control del Partido sobre la sociedad, todo se desmoronó. Los nacionalistas se hicieron con el poder en las distintas repúblicas que componían la URSS, incluida la propia Rusia, y presionaron por su independencia.

Ahí fue clave la figura de Borís Yeltsin, Presidente de la República Socialista Federativa de Rusia, otra de las repúblicas integrantes de la Unión Soviética. Su rivalidad con Gorbachov tomó forma en un pulso político y personal que derivó en la independencia de la propia Rusia de la URSS. Si la Unión Soviética era una dictadura del Partido Comunista en torno a Rusia, ¿qué sucede entonces cuando Rusia se independiza de la Unión Soviética? Pues eso mismo. Cuando un Golpe de Estado orquestado por el sector soviético más conservador contra Gorbachov falló en agosto de 199, el temor a que las reformas pudieran desaparecer llevó a otras repúblicas pertenecientes a la URSS a declarar su independencia. La estrella de Yeltsin estaba en alza y Gorbachov fue impotente ante el curso de los acontecimientos.

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Finalmente, los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania firmaron la disolución del Estado soviético el 8 de diciembre de 1991, lo que llevó a Gorbachov a dimitir como Presidente de la Unión Soviética el 25 del mismo mes. La URSS, el sistema revolucionario creado por Lenin y encumbrado por Stalin, vencedor invicto del Tercer Reich en 1945, se deshizo como el azucarillo. No a causa de una invasión externa, ni de una guerra civil, ni de una revolución popular. Sino a causa de las políticas ideadas e implementadas por un soviético reformista, que no comprendió que un sistema basado en el miedo y en la imposición era irreformable. Este, y no otro, es el juicio que la Historia debe hacer sobre Mijaíl Gorbachov.

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