NO ES FASCISMO, ES NACIONAL-POPULISMO
La reciente victoria en las pasadas Elecciones en Italia de la coalición formada por Hermanos de Italia de Meloni, la Liga de Salvini y Forza Italia de Berlusconi ha supuesto todo un terremoto en el panorama europeo. Pues no es sólo que la oposición se haya disuelto como el azucarillo, sino que una fuerza declaradamente anti-establishment se ha alzado con el poder, si bien en coalición con otras que sí representan a ese establishment, como es el caso del partido de Berlusconi.
Invariablemente, dada la cronología comparativa, se ha comparado este hecho con la toma del poder por parte de Benito Mussolini y del Partido Nacional Fascista en octubre de 1922. Es una comparación facilona, pero no certera. Por dos razones principales:
Primera: el Fascismo fue un movimiento revolucionario proveniente de la izquierda política, que ‘nacionalizó’ ese socialismo revolucionario despojándolo de su retórica ‘de clase’ para cambiarla por la retórica ‘de nación’. Y aunque ni Mussolini ni el Fascismo llegaron nunca a desarrollar en la práctica su programa político hasta sus últimas consecuencias, el Estado Fascista no fue un estado conservador sino revolucionario. Que persiguió crear un ‘nuevo hombre’ alejado de los conceptos ideológicos tradicionales.
El partido de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, es un partido populista de carácter nacionalista y conservador. Que, aunque formalmente pretende ir en contra de lo establecido, su ideología reside precisamente en conservar lo existente, no en modificarlo. De manera que no puede ser considerado un movimiento fascista, por mucho que comparta con ellos el nacionalismo y cierta actitud ‘marcial’ ante la sociedad y la cosa pública.
Segunda: Meloni ha ganado limpiamente unas elecciones parlamentarias, Mussolini no. Los Fascistas tomaron las riendas del gobierno tras una larga campa de intimidación que forzó al Rey Víctor Manuel III a nombrar a su líder Presidente del Consejo de Ministros. Si acaso, lo de Meloni se asemeja más al caso de Hitler, que llegó al poder de la mano de una coalición de partidos, entre los cuales el Nacionalsocialista era el mayoritario.
Un vistazo al programa y la ideología de Hermanos de Italia permite comprobar que se trata de un partido reaccionario, aunque se presente como ciertamente ‘revolucionario’ en el sentido de pretender alterar el statu quo político de turno. Verdad es que sus orígenes remotos están en el Movimiento Social Italiano, formado durante la posguerra por simpatizantes del Fascismo. Pero igualmente cierto es que en 1995 se refundó como Alianza Nacional, absorbiendo sectores democristianos y conservadores, y transitando de esta manera del socialismo revolucionario al conservadurismo ideológico. Aunque mantuvo una fuerte inclinación estatalista dentro de la Economía de Mercado que la formación de Meloni aún conserva.
Esta es la razón, junto con el desastre absoluto que es el sistema político italiano y la inoperante gestión de la izquierda política, que ha hecho que muchos trabajadores y sectores de la clase media hayan votado por este partido. El formar una coalición, a diferencia de la izquierda y del Movimiento 5 Estrellas, también les ha ayudado electoralmente. En cualquier caso, Meloni tiene que lidiar ahora con un Ejecutivo de coalición, un Parlamento fragmentado y unas instituciones europeas que le son hostiles. Por no hablar del más hostil de todos los actores, Sergio Mattarella, el Presidente de la República. Una suerte de socialdemócrata independiente que tiene capacidad de veto sobre los ministros que la nueva líder del Ejecutivo quiera meter en él.
El contexto actual no es el del Periodo de Entreguerras, por más que existan semejanzas. De la misma forma que Meloni no es Mussolini, por más que existan semejanzas. El tiempo dirá si la llegada de una formación política radical, que lo es, al liderazgo de Italia es capaz de dejar tocada o no a la Unión Europea.