Tanques alemanes contra tanques rusos
El desbloqueo por parte de Alemania del envío de sus tanques Leopard sumerge al país centro-europeo en un escenario desconocido para él desde 1945. Pues desde la Segunda Guerra Mundial no se ha producido un enfrentamiento directo entre tanques alemanes y tanques rusos. Allí quedan los humeantes restos de los Tiger y Panther alemanes, junto a los T-34 soviéticos, que se destruyeron mutuamente en la apocalíptica batalla de Kursk en julio de 1943. Batalla decisiva, que supuso la primera vez que los soviéticos eran capaces de detener una ofensiva estival alemana, arrebatándoles de forma definitiva la iniciativa en el Frente Oriental e iniciando un inexorable avance hacia Berlín que culminaría con la Operación Bagratión en junio de 1944, que dejó herido de muerte al Tercer Reich y allanó el camino hacia la dominación soviética de Europa del Este.
Ahora, los tanques alemanes y los rusos vuelven a verse las caras en un escenario bien conocido por ambos: Ucrania. Ahora que el Gobierno alemán ha eliminado todos los posibles impedimentos para el envío de sus Leopard a las fuerzas de Kiev, no sólo Alemania sino también el resto de los países que cuentan con carros germanos están en disposición de suministrarlos. Como es lógico, no serán modelos de última generación, porque Berlín teme como a la peste que puedan caer en manos rusas y ser examinados por sus expertos. Pero la carga simbólica de ello es innegable. Alemania ha decidido ser herbívora desde el nacimiento de la República Federal en 1949, y ahora se encuentra de bruces con las reminiscencias de su pasado.
Hay quienes, dentro de la propia Alemania, han querido comparar al Canciller Olaf Scholz con el Káiser Guillermo II, con Hitler, hasta con Napoleón. En referencia a la invasión de territorio ruso, asimilando a este hecho el envío de armas a Ucrania. Una réplica de las conductas pro-rusas que determinados grupos ideológicos vienen protagonizando desde el inicio de conflicto. Una farisea llamada a la paz, cuando en el fondo lo que hacen es servir a los intereses de Moscú al presionar a sus gobiernos para que retiren el apoyo a Ucrania para que las fuerzas rusas puedan, así, aplastar sin piedad al pez pequeño.
Si el envío de tanques alemanes marcará una diferencia importante en el curso de la guerra está por ver. El tanque alemán que se suministra a Ucrania es, concretamente, el Leopard 2, nuevo felino heredero de los tanques de la Wehrmacht. Un carro de combate diseñado para enfrentarse al enemigo en campo abierto, en batallas puramente ofensivas en las que la potencia de fuego marca la diferencia, razón por la cual su blindaje se concentra principalmente en la parte frontal. Su tamaño y su fuerza lo convierte en el arma perfecta para efectuar una penetración profunda en las líneas enemigas, acercando a sus fuerzas a una victoria decisiva en el campo de batalla.
Enfrente tendrán a los tanques T-90M, ideal para la lucha urbana por su flexibilidad y operatividad. Capaz de camuflarse entre las ruinas de los edificios y de moverse con relativa soltura en el escenario de la ciudad derruida, no cabe la menor duda de que, en este contexto, el Leopard 2 poco tendría que hacer contra él. De la misma manera que en un escenario esencialmente ofensivo en las llanuras ucranianas en campo abierto, el alemán sería decisivamente superior al ruso.
Con todo, aunque los tanques alemanes están, en términos generales, por encima de los rusos, hay que tener en cuenta que esto por sí mismo no significa mucho en una guerra que se está caracterizando por una forma híbrida de combatir y por numerosas batallas urbanas, en la que la superioridad o no de los carros de combate respectivos no tiene, necesariamente, que decantar la balanza de la victoria o la derrota. Cierto es que serán soldados ucranianos y no alemanes los que manejen estos monstruos de metal y fuego, pero ello no debe llevarnos a soslayar la importancia histórica y política de la decisión tomada por Alemania.
Una cosa es segura: será impresionante.