ESPAÑA DIVIDIDA
Estas elecciones son el fracaso de un sistema. Del sistema español. Ahora, y con lo números por delante, sólo queda que Pedro Sánchez conforme un nuevo gobierno Frankenstein o que el país se vea abocado a la repetición de elecciones.
Editorial
Los resultados de las Elecciones Generales el pasado domingo en España no son nada alentadores. No sólo por el hecho de la difícil gobernabilidad que se perfila en el horizonte, sino por la clara polarización política que reflejan. Dos bloques antagónicos, sin vasos comunicantes que son incapaces de ponerse de acuerdo en lo mas elemental. Y cuando no se está de acuerdo en las bases de un sistema, el sistema tiene firmada su acta de defunción.
A todo esto no es ajeno el comportamiento irresponsable de los principales líderes políticos. Y en esta ocasión, me refiero de manera específica a los cabezas del PSOE y del PP. Que no han sabido o no han querido cimentar pactos de estado tan necesarios en estos tiempos, y han preferido dar alas a los extremismos a su vera con tal de sostenerse en el poder o aspirar a ello. De aquellos barros estos lodos, y ahora mismo la gobernabilidad del país pasa por quienes quieren destruirlo. Así de sencillo.
Una muestra de la degradación de la vida pública en España. Porque hace diez o veinte años hubiera sido sencillamente impensable que se pactara con quienes dieron un golpe de estado en Cataluña o con quienes llevan a asesinos en sus listas electorales. Que esto se admita y que incluso se esté en disposición de repetir respalda todo lo que se acaba de decir. Un escenario totalmente plausible, en el que los independentistas catalanes, los antiguos etarras, los nacionalistas vascos y la extrema izquierda exigirán todo lo que quieran y un poco más a un Pedro Sánchez que saben que lo aceptará todo. Absolutamente todo, por el poder.
Con ello, la socialdemocracia española perderá lo poco que le queda de democracia, para adentrarse en la senda sin retorno del populismo autocrático, que enfoca sus decisiones en la erosión permanente de las instituciones y en las agendas políticas de los reinos de taifas partidistas. Una consecuencia del error histórico de no diseñar un sistema territorial y electoral firme y seguro, dejándolo al albur de los pactos con los nacionalistas y del privilegio para con Cataluña y el País Vasco. Una realidad nefasta que ha dado alas a los sectores más reaccionarios para que abandonen su tradicional marginación y aspiren a determinar la configuración de gobiernos municipales, autonómicos y nacionales.
Estas elecciones son el fracaso de un sistema. Del sistema español. Ahora, y con lo números por delante, sólo queda que Pedro Sánchez conforme un nuevo gobierno Frankenstein o que el país se vea abocado a la repetición de elecciones.
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