LA DESASTROSA HERENCIA DE GABRIEL CRUZ
Recién producido el traspaso de poderes en el ayuntamiento de Huelva, los escándalos no se han hecho esperar. Cierto es que la rivalidad política no iba a alejar la posibilidad de que el PP de Pilar Miranda aireara las vergüenzas del alcalde saliente. No obstante, la gravedad de los hechos es tal que no debieran de pasarse como habituales. Los vecinos de Huelva no han de caer en la actitud complaciente que tolera la corrupción como un fenómeno inherente al funcionamiento de la política en general, y en particular la municipal.
Desde las facturas de desayunos por valor de seiscientos euros hasta los ocho millones gastados en la campaña electoral. Pasando por el agravamiento de la deuda del consistorio y los sobrecostes de las obras emprendidas. Muchas de ellas con un efecto perverso sobre la vida de los vecinos, como así quedó patente durante el desarrollo de la campaña electoral y cuyos principales exponentes son El Conquero y La Merced.
Lo cierto es que, ante la situación de un ayuntamiento crónicamente endeudado, que el nuevo equipo consistorial se haya encontrado semejante panorama es algo que no debe quedar sin castigo en las urnas. Pues no se nos olvide que Gabriel Cruz será cabeza de lista para el Congreso de los Diputados por la Provincia de Huelva de cara a las próximas Elecciones Generales.
Así las cosas, es absolutamente ineludible exigir cuantas responsabilidades (políticas y jurídicas) sean necesarias a Gabriel Cruz y su equipo por sus actividades durante estos años de gobierno. Huelva no se merece menos.