LA BATALLA CULTURAL DE LA OPOSICIÓN
Nos encaminemos hacia nuevas elecciones o no, lo cierto es que el debate sobre la Investidura de Alberto Núñez Feijóo retrata el lugar que cada fuerza ocupa en el panorama político español. No en el eje Izquierda-Derecha, sino en el enfoque de la oferta que se le pone por delante al elector una vez los comicios han terminado. En efecto, las formas son importantes, se las crea uno o no. Feijóo ha dejado claro en su discurso su disposición de no ser Presidente del Gobierno a cualquier precio. Y lo cierto es que, a falta de cuatro diputados, no hay más remedio que darle la razón.
En cambio, Pedro Sánchez, que ya es sabido hasta dónde está dispuesto a llegar con tal de conservar e incluso ampliar su poder personal, ha mandado a un diputado de tercera fila como es Óscar Puente a dar la réplica al aspirante. Y lo ha hecho porque sabe que no puede otorgarle al líder popular el estatus de igual cuando pretende relegarle a la Oposición durante cuatro años. Chulería o estrategia política, da lo mismo. El PSOE se rearma para la ofensiva, y lo hace en el terreno donde está cómodo y donde parece que siempre tiene las de ganar: la ideología.
En esta investidura, las taras de la Derecha en España se ponen de manifiesto una vez más: el complejo inexplicable en lo cultural y en lo ideológico, que lleva al PP y a Vox a mantener una tensa cordialidad entre sí, mientras la Izquierda disfruta de una inmejorable sintonía, incluso con batasunos e independentistas. La metedura de pata de Borja Sémper y las declaraciones de Cuca Gamarra no son más que la última de muchas cesiones a la hegemonía cultural impuesta por socialistas y comunistas.
En el Partido Popular deben tener clara una cosa, especialmente después de la desarticulación del espacio liberal tras la inacción de Mariano Rajoy: o dan la batalla cultural a la Izquierda, o no tienen nada que hacer. Eso de que su perfil de votantes prefiere buenos gestores a buenos ideólogos es una falacia popularizada interesadamente para justificar su renuncia a actuar en este frente. El más importante de todos. La única manera de aglutinar el voto necesario para generar una mayoría que no haga al PP tener que depender de partidos minoritarios o tener que verse en la posición de ver cómo gobierna el PSOE porque se gana el apoyo envenenado de los nacionalistas es confeccionar y vender un mensaje que se gane a la mayoría de la población con argumentos tan poderosos como la libertad del individuo, el apoyo al libre comercio, la ayuda los más desfavorecidos, la defensa de la igualdad de las personas frente a las políticas identitarias, el combate de la Dictadura de lo Políticamente Correcto y la incuestionabilidad de la integridad territorial de España.
Si en estos previsibles cuatro años de Oposición frente a Pedro Sánchez no se da esta batalla cultural abiertamente y con todos los medios a disposición, serán años de oposición perdidos y difícilmente se podrá aspirar a conquistar La Moncloa. Porque si se dominan los pensamientos y las almas desde el púlpito, los medios, los colegios y las universidades, el voto al final se dirigirá hacia quien haya conseguido convencer a más gente. Desde que José María Aznar dejó el Gobierno, los populares han entrado en una suerte de autismo ideológico del que todavía no han conseguido salir. Sirva esta investidura fallida, como una oportunidad inmejorable a aprovechar sin dilación para corregir este error y mandar al PSOE, a los comunistas, a los nacionalistas y a todos los antiliberales a la oposición parlamentaria durante muchos años.