DERECHO A LA VIDA POLÍTICA COMO EL QUE MÁS
Que un partido como el PSOE se considere más cerca de los herederos de ETA que del Partido Popular o de UPN viene a demostrar la grave enfermedad que lo reconcome.
Pablo Gea
Con estas vergonzosas palabras ha tratado infructuosamente el nuevo Ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, de justificar el apoyo prestado por el PSOE a Bildu para arrebatarle la alcaldía de Pamplona a Unión del Pueblo Navarro (UPN). Escasos meses de que se hicieran con el bastón de mando y alejara las tentaciones anexionistas -por el momento- que los nacionalistas vascos cada día menos disimulan sobre Navarra. A fin de cuentas, saben que Pedro Sánchez y el Partido Socialista son capaces de hacer una cosa y la contraria sin que se les mueva un solo pelo con tal de permanecer en el Poder. Cosas de la Política.
El juego entre bambalinas no tendría mayor significado si no fuera por quiénes han sido sus protagonistas. Por un lado Bildu, un partido político que, si bien legal a todos los efectos, está liderado por un terrorista y lleva en sus listas a condenados por terrorismo. Los herederos de una banda de asesinos que persiguió con saña a sus enemigos políticos durante décadas. Por otro, el PSOE, formación que es pilar del sistema democrático español y que constituye uno de los polos de atracción ideológica más grandes que, junto con el PP, existen en nuestro país. Un partido, no se olvide, que cuenta en sus filas con muertos por aquellos a quienes se trata de hacer desesperadamente la cama en pos de que triunfe la aritmética política.
El mundo al revés, como con el asunto de la Amnistía. Los que protestan contra la ruptura de todas las barreras éticas y morales son los que se sitúan contra la democracia, y los que pactan con delincuentes y terroristas son los defensores de las libertades de los españoles. Puede parecer rocambolesco, incomprensible y difícil de asimilar. Pero así es. Que un partido como el PSOE se considere más cerca de los herederos de ETA que del Partido Popular o de UPN viene a demostrar la grave enfermedad que lo reconcome. Pecado este del que no hay redención posible. Y una muestra más, aunque no la última, de que no hay límites que Pedro Sánchez y los suyos no estén dispuestos a sobrepasar.
No se trata sólo del Poder por el Poder. Sino de una agenda ideológica cuidadosamente diseñada que, al margen de accidentalismos momentáneos, persigue la proscripción de todas aquellas ideologías y grupos que no estén en consonancia con la visión del mundo de quienes actualmente gobiernan. De ahí la persecución mediática a los jueces alentada por las autoridades políticas. La grave responsabilidad ante la Historia contraída por el PSOE y sus aliados extremistas e independentistas pasa por la creación de un clima social cada día más irrespirable, en el que se fomenta el radicalismo y se reduce a la Oposición a la desesperación ante la incapacidad de articular un debate político sereno.
El PSOE y los suyos han levantado un muro que divide a España en dos: los que están con el Gobierno y los que no. Los que están con el autoritarismo y los que están con la Democracia. Un muro que, como el de Berlín, más pronto que tarde caerá. Y al igual que en 1989, evidenciará quiénes son los perdedores.
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