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Julian Muñoz La Iniciativa

«La ambición de Julián Muñoz superaba infinitamente a su talento»

Emilio Utrabo

A Julián Muñoz le hice una de las primeras entrevistas, recién nombrado alcalde. Se sintió como DIOS, y olvidando quién lo había encumbrado de camarero en San Martín de Valdeiglesias a millonario en Marbella, declaró: «VOY A CUMPLIR FIELMENTE LA LEGALIDAD URBANISTICA MARCADA POR LA JUNTA». Fue su perdición: Jesús Gil y Gil había construido 16.000 viviendas fuera de la legalidad, y había recibido (legalmente, a través de su inmobiliaria GILMAR) el 10 % de su venta.

«La avaricia de Gil no tenía límites. Un informe del Tribunal de Cuentas andaluz detectó un ‘desnivel contable’ en las cuentas municipales de 60.000 millones de pesetas»

Pero la avaricia de Gil no tenía límites, así que creó una veintena de empresas municipales que escapaban al control del pleno. El último informe del Tribunal de Cuentas andaluz detectó un «desnivel contable» en las cuentas municipales de 60.000 millones de pesetas.

El principio del fin de Gil llegó cuando rompió con su abogado y ‘guardaespaldas’ legal José Luis Sierra. Lo entrevisté en su casa tras la ruptura, con dos copas de brandy PEINADO y con el cámara de Canal Sur como único testigo. Sierra era de ideología falangista y creía que Gil podía robar legalmente cuanto quisiera, pero que había que hacer también «viviendas municipales para los pobres». Al casarse Sierra, dejó de ser la sombra de Gil, y éste se vengó expropiando para hacer un Centro de Salud un bajo del suegro de Sierra. Fue la guerra.

«Gil había comprado a José María Manzanares, vicepresidente del CGPJ nada menos»

Los unió temporalmente el caso ‘CAMISETAS’: Gil pagaba a su equipo, el Atlético de Madrid, 450 millones de pesetas al año por llevar en la camiseta el nombre MARBELLA. Por supuesto que ese acuerdo de pago no pasó por el pleno. 12 años pidió el fiscal. Pero Gil sabía que todo hombre tiene un precio: ya había comprado a José María Manzanares, vicepresidente del CGPJ nada menos.

Fue fácil comprar al militar de la GC que hizo el informe grafológico del ‘Caso Camisetas’: la tinta demostraba que el convenio firmado entre el Ayuntamiento y el club colchonero se había firmado 3 años antes de lo que suponía la oposición municipal. En palabras de su abogado: «El peor no era Jesús Gil, sino su hijo, alcalde de Estepona, que le amonestó por sus veleidades caritativas en Marbella: ‘Papá, a la política se viene a ganar dinero’». 

En cuanto a Muñoz, se limitó primero a cargar sobre sus espaldas las ilegalidades de Gil (que pocas veces acudía a los plenos), y ya alcalde, a aceptar las limosnas provenientes de las recalificaciones. GIL lo defenestró, comprando y encerrando a toda la oposición comprada en un hotel (excepto a los concejales del PP) y puso a una obediente concejala en la alcaldía.

Lo demás es más que sabido… sólo que el PSOE quiso apostar fuerte en Marbella enviando a uno de los más capacitados consejeros del gobierno andaluz. Pero… como esa candidatura no fue más que una maniobra de los que podríamos llamar ‘ruralistas’ del socialismo malagueño para quitarse a un competidor más que cualificado, se encargaron de quemarlo antes de las elecciones: el portavoz de urbanismo de la GESTORA nombrada en Marbella, obediente socialista, declaró con toda solemnidad: «Ordenaremos la demolición de las 16.000 viviendas construidas fuera del PGOU legal». Sólo le faltó añadir: «Y meteremos en la cárcel a sus 16.000 propietarios».

Descanse en paz Julián Muñoz del que, como en el 90% de quienes se dedican a la política, podemos decir que SU AMBICIÓN SUPERABA INFINITAMENTE A SU TALENTO.


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