EL DISCURSO DE PUTIN

Habrá que ver si los países de la OTAN se replantean o no seguir prestando apoyo logístico-militar a Kiev si Moscú decidiera, una vez consumados estos falsos referéndums, zanjar el conflicto y sentarse a la mesa de negociaciones.
Pablo Gea
Vladímir Putin anunció la noche del 20 de septiembre de 2022 la movilización parcial de la población rusa para combatir en la guerra de Ucrania. Unos 300.000 reservistas con experiencia militar. La primera movilización desde la Segunda Guerra Mundial, un importante detalle. Como lo es que se haya querido ligar la movilización a la defensa de la ‘integridad territorial’ rusa.

No es coincidencia que se hayan acelerado los planes de Moscú para celebrar ‘referéndums’ de autodeterminación en las regiones ucranianas ocupadas total o parcialmente: Donetsk, Jersón, Lugansk y Zaporiyia. La ofensiva lanzada por Kiev en Járkov precipitó una retirada rusa que pone en peligro evidente su control sobre la región del Dombás. Como en el caso de Crimea en 2014, esta maniobra política convertiría a ojos de los rusos estos territorios en parte de la Federación, por lo que una ofensiva sobre los mismos por parte de Ucrania con el apoyo occidental sería considerado por el Kremlin como un ataque a su integridad territorial. Lo que a su vez legitimaría una respuesta nuclear. Así de sencilla es la equivalencia.

La cuestión ahora es si Ucrania, ante ello, dará por perdidos estos territorios o persistirá en la recuperación de estos hasta las fronteras originales de 2014 o, como mínimo, las de febrero de 2022. Y, es más, si los países de la OTAN se replantean o no seguir prestando poyo logístico-militar a Kiev si Moscú decidiera, una vez consumados estos falsos referéndums, zanjar el conflicto y sentarse a la mesa de negociaciones. Si Rusia se conforma con la anexión de estos cuatro territorios ucranianos y renuncia tanto a 1) ocupar todo el territorio de Ucrania, 2) deponer a Zelenski y establecer un gobierno títere, y 3) evitar que el país ingrese en la OTAN; ¿se abandonará a los ucranianos a su suerte si no aceptan la anexión y deciden seguir combatiendo? No es un escenario descartable. Al fin y al cabo, la política se hace con ideas simples e imperativos cortos. Como la guerra.

Indudable es que el chantaje energético y la amenaza nuclear tienen nerviosos a los países europeos, principales e inmediatos damnificados a causa del conflicto. Una vez roto el conjuro de la euforia inicial para hacerse la foto, existen fisuras en el apoyo a Ucrania por parte de Europa, que dista mucho de ser un bloque monolítico. Significa esto que bien puede haber presiones para que los ucranianos acepten perder parte de su masa territorial a cambio de que la guerra termine y la estabilidad regrese al continente. Si bien la última palabra la tendrá siempre Washington, que ha recuperado su hegemonía indiscutible en Occidente a raíz, precisamente, de la invasión rusa.