ELECCIONES EN ANDALUCÍA: ¿UN ADELANTO ANUNCIADO?

El espejismo de una legislatura sin sobresaltos cegó a quienes consideraron que el cálculo oportunista estaba lejos de las tácticas de Moreno.
Pablo gea

Algunos ya anunciamos desde hace tiempo que Juanma Moreno acabaría por adelantar las Elecciones en Andalucía. Y así ha sido. El espejismo de una legislatura sin sobresaltos cegó a quienes consideraron que el cálculo oportunista estaba lejos de las tácticas de Moreno. Con el viento de cola, desde el PP andaluz saben que es el momento propicio, toda vez que el PSOE no ha sido todavía capaz de generar un perfil reconocible y combativo, las macrocausas por los ERE y los Cursos de Formación van a arrojando poco a poco sus resultados, Ciudadanos se hunde y Vox, aunque sube, no lo hace lo suficiente como para garantizarse un puesto en San Telmo. Si bien serán las urnas las que tengan la última palabra.

A la izquierda del PSOE, el galimatías de las sopas de letras provocado por la existencia de múltiples formaciones que, en el fondo, dicen lo mismo, sigue despistando al elector. Una y otra vez se repite la misma historia: el ‘quiero y no puedo’ de una unidad que no puede existir debido al radicalismo inquisitorial de la ideología que carbura todos los proyectos que tratan de confluir. En vez de ponerse de acuerdo en las cuestiones esenciales, son los detalles sin importancia los que dinamitan cualquier propósito frentista que se ponga sobre la mesa. El PSOE sabe que las opciones que tiene ahora de recuperar el control de la Autonomía son más bien relativas. Las encuestas vaticinan que se quedará más o menos igual. Hasta que el liderazgo de Juan Espadas no cuaje y los rescoldos de la guerra interna en el socialismo andaluz no sean convenientemente sofocados, poco hay que hacer, salvo sorpresas de última hora.

En el otro extremo del arco político, Vox opta por una candidatura explosiva de perfil duro como es la de Macarena Olona, en previsión de que los escaños de más que pueda conseguir tampoco sean tantos. Su objetivo es muy simple: repetir la jugada de Castilla y León, metiendo cabeza en el Gobierno autonómico y condicionando lo máximo posible la agenda política de un gobierno del Partido Popular. Toda vez que la desaparición de Ciudadanos es más que probable y que no es descabelladlo pensar que el PP pueda incluso alcanzar la mayoría absoluta. Y, si no la alcanza, cerca se quedará.

Tal y como marchan los números, todo hace pensar que los escenarios más plausibles son tres: gobierno en solitario del PP, coalición entre este y Vox, o pacto histórico entre el PP y el PSOE. Claro que, tal y como está la charca política española, empapada de polarización y de atractivo por lo radical; y después del hartazgo por décadas de gobierno socialista en Andalucía, la última de las opciones se antoja remota, aunque no imposible. Sea como fuere, lo cierto es que las Elecciones Andaluzas proporcionarán unos resultados extremadamente útiles para testar el estado de ánimo político de la población, especialmente si se ponen en relación con los de las Elecciones en Castilla y León, así como también con los de las anteriores de la Comunidad de Madrid. Cierto es que las peculiaridades de cada Comunidad aportan una variable que siempre hay que tener en cuenta, pero de igual manera el apoyo a la coalición gubernamental nacional puede ir midiéndose cada vez con mayor precisión.