MANUAL DE CÓMO PERDER EL RELATO

Pablo Gea
Una serie de catastróficas desdichas en la cadena de mando ha propiciado una semana horrible para el PSOE, que ha perdido el control de la situación.
Sorprende que quienes siempre han vivido obsesionados con el relato hayan permitido que se les escape con suma facilidad. Todo en menos de una semana. Manual perfecto de cómo no gestionar una crisis a nivel de comunicación. Y los tiros no van por la manipulación descarada de la realidad por parte del partido gobernante, sino de la psicología que anida detrás de esta forma de actuar. Toques de desesperación, claro, pero también algo mucho peor: un inexplicable exceso de confianza.

La confianza de quienes se han creído la premisa que hace viable sus engaños: que la gente es estúpida y que se cree lo que le echen. Debiera recordar la cúpula dirigente del gobierno que, si están en el poder, lo es por el delicado equilibro derivado de las alianzas parlamentarias que han sabido tejer. Nada más. El partido más votado, por otro lado, fue el Partido Popular. Lo que sucede es que la capacidad de supervivencia política de Pedro Sánchez, plasmada en el relato épico de su Manual de resistencia, ha generado en el PSOE una falsa sensación de seguridad. Una confianza letal para ellos mismos, que poco a poco han ido trabajándose menos su discurso cuando un escándalo estallaba. Cada vez, el relato de la reacción ha sido más tosco y primario. Como si la tradicional capacidad del español para tragar con todo les hubiera narcotizado contra los abusos, y a su vez el partido se viera inmunizado a los escándalos de corrupción.
De ahí la pirueta dialéctica de pretender sacar a los rivales políticos del juego con la herramienta del combate del ‘bulo’ (eufemismo dentro del cual englobar cualquier opinión disidente), a la vez que se fabricaba la madre de todos los bulos para, a continuación, ser distribuido a todos los medios afines para que lo publiquen y generen el efecto deseado. Sólo que el efecto ha sido el contrario. Porque hasta los medios públicos, pagados con el bolsillo de todos los españoles, otorgaron veracidad al material que facilitó el gobierno. Porque no es que los medios publicaran el audio manipulado relativo a la UCO y que el gobierno lo asimilara, sino que fue al revés.
Y si esto no fuera ya de por sí intolerable, las cañerías más repugnantes exhiben sus vergüenzas exponiendo la auténtica naturaleza de quienes rigen nuestros destinos. Pues el nuevo material que acaba de salir a la luz no deja lugar a dudas sobre todo el entramado. La fontanera asume plenamente su papel como tal, vanagloriándose de sus contactos con la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Sus frese, tan lapidaria como capaz de resumir el caso por sí misma: ‘¿Qué ya estamos trabajando también con la otra fontanería para ello? Claro.’ Ahí es nada. En el programa de Risto, la fontanera fue absolutamente incapaz de articular respuestas coherentes ante la avalancha de acusaciones por parte de los periodistas. Y no pudo por la sencilla razón de que no puede esconderse lo que es una obviedad para todos.
Yolanda Díaz, por su parte, está en horas bajas y no sabe dónde meterse. Declaró hace poco en televisión que no sabe nada del asunto y que no tiene opinión. Que se ha enterado, como todos, por los medios de comunicación. Lo que no es sólo una mentira descarada, sino un acto de cinismo de altas proporciones para con sus votantes. Que hubieran esperado, al menos, una nota de queja y de exigencia de responsabilidades. Pero nada. Ahora el objetivo principal de todos los que, de alguna manera o de otra, están en el ojo del huracán, es conservar los sillones y que la porquería les salpique lo menos posible.

En cualquier caso, no deja de ser increíble que la primera declaración pública que ha hecho el Presidente tras esta serie concatenada de escándalos, haya sido por la red social X, contestando a un post de ‘La Revuelta’. Una muestra palmaria del orden de prioridades del máximo responsable de todo esto, que no se ha dignado a dar una sola explicación ni a ofrecer una sola comparecencia, ya sea ante los medios o en el Parlamento, cuando todos (quienes le apoyan y quienes no) esperan con expectación lo que tenga que decir. Que, muy posiblemente, será lo previsible: están siendo sometidos a una cacería por la Derecha y la Extrema-Derecha, que quieren derribarlos porque no están de acuerdo con sus políticas progresistas. Y hasta el próximo escándalo. La pregunta pertinente es, ¿ cuántos escándalos va a aguantar el país antes de que todo estalle?