UNA ESTRATEGIA PARA EL SENTIDO COMÚN
Actuemos. Porque, como suele decir Cambronero, “no hacer nada no funciona”.
Antonio Mora
He terminado de leer recientemente, el ensayo que con el título de “LA DICTADURA DE LA APATÍA”, publicó, en 2024, Pablo Cambronero con la editorial SEKOTIA. Con una prosa excelente, cargada de rigor, conocimiento y profundidad, Cambronero disecciona la sociedad actual con la maestría de un forense avezado. Nos habla de una sociedad desganada, dependiente de un Estado del Bienestar con servicios de calidad menguante, sin propósito ni ambición, dócil, anestesiada, asustada, decadente que, con su dejadez, está comprometiendo el futuro de sus hijos.
La obra desgrana la ideología woke, señalando la pasividad borreguil con la que se acepta esa mezcla de infantilización, victimización y aprovechamiento económico para muchos dependientes. La constituyen dogmas que imponen lo que es correcto y lo que no lo es, jugando con la ventana de Overton y cancelando con fanatismo a todo el que cuestione la nueva religión. Censura y prohibición de algo tan propio del ser pensante como el ejercicio de dudar.
Lo Woke es un negocio. En realidad, son varias líneas de negocio (feminismo, lgtbiq+,ONGs, defensores del carácter antropogénico del cambio climático, ecologistas de placas solares y molinillos, Memoria Histórica, etc.), por lo que Cambronero habla de la “Megafactoría woke”. El desencanto social conduce a la docilidad. La “desinformación por saturación” evita la reacción social. La Educación y los Medios se ocupan de consolidar la idea de que el estado ha de ser intervencionista al máximo para garantizar la estabilidad económica. Se llega así a una sociedad sumisa que considera “un mal necesario” a la casta política que, carente de capacidad acreditada, gestionará la economía y guiará a la sociedad. El que disiente es etiquetado: “negacionista”, “machista”, “insolidario”, “racista”, “xenófobo” …
Como comenté al autor, hay una estrategia empresarial, la del “Océano azul”, de W. Chan Kim y Renée Mauborgne, que podría servirnos para la recuperación del Sentido Común. Sugiere a las empresas (tiburones) que operan en mercados saturados (los mares rojos de sangre por las peleas de esos tiburones), orientarse a productos y clientes nuevos (el océano azul, donde la competencia es inexistente) mediante la innovación. Una aplicación de esta estrategia en busca del necesario cambio social, debería llevarnos a los partidarios del Sentido Común a desentendernos de los votantes muy ideologizados del Bipartito y orientarnos, precisamente, a esa sociedad “apática”. Se trataría de mostrarles, de modo asequible, otras ideas y darles motivos para estar orgullosos de nuestra Historia nacional (nadie valora lo que no conoce); en definitiva, de invitarlos a pensar y, por tanto, a dudar, saliéndose del rebaño.
Esbozada “la situación” y fijado “el objetivo” estratégico, nos queda “el cómo” (la táctica). Pablo Cambronero suele referirse a sus colaboradores como “sus hormigas” y, curiosamente, tiene publicada una obra anterior titulada “Una hormiga contra el Sistema”. Las hormigas son, ciertamente, animales extraordinarios: sociales, comprometidos, capaces de practicar la ganadería («ordeñan» a sus rebaños de pulgones, recolectando la melaza que excretan) y la agricultura (las hormigas cortadoras de hojas recolectan fragmentos de hojas, flores y otros materiales vegetales que no consumen directamente, sino que los utilizan como sustrato para cultivar hongos de los que se alimentan). Hay muchas especies de hormigas, pero todas comparten la defensa y protección, en grupo e individualmente, de su hormiguero. Y todos sabemos que, si les cierras un acceso al hormiguero, abrirán otro y otro…Son infatigables y, por eso, es tan difícil acabar con ellas. Seamos todos los “anti-totalitarios” (liberales, conservadores, patriotas, libertarios…o, simplemente, “defensores del Sentido Común”) como las hormigas. En grupo o individualmente, sembremos opiniones libres en nuestro trabajo, amigos, familia. Participemos en asociaciones o publicando comentarios en redes. Hagamos un esfuerzo de autoformación (en una selva de móviles, ¿hay algo más provocador que leer un libro?) para zafarnos del pensamiento único y “completar” la educación que el Estado decidió para nosotros. Cuestionemos todo. Leamos a “autores prohibidos por la Inquisición Woke” (César Vidal, Pío Moa, Fernando Paz…y “clásicos de siempre” como Hayek, Mises, Ayn Rand…) Protestemos ante lo injusto, denunciemos, exijamos. Vigilemos lo que enseñan a nuestros hijos, involucrémonos en su educación. Tomemos conciencia de nuestro poder como consumidores examinando etiquetas para ver de dónde viene lo que comemos). Inmunicémonos contra el insulto, porque nos van a señalar. Seamos, como decía, “hormigas”, para que el totalitarismo socialista y su dictadura de la apatía, que ya es un fracaso en lo económico y lo social, acabe siendo tan sólo un mal recuerdo que no ha de volver jamás. Actuemos. Porque, como suele decir Cambronero, “no hacer nada no funciona”.
