Trumpantojo

La democracia, como modelo político de relación, se encuentra en peligro debido a que los representantes «no nos representan».
Manuel Carneiro Caneda
Todavía no juró un ejercicio constitucional de su cargo como presidente y ya está revolviendo. Trump ha ganado las elecciones en Estados Unidos de manera rotunda, desplazando a la candidata Harris y a lo que representa, al más oscuro de los olvidos. Pero, a pesar de estas circunstancias, las últimas propuestas que él realiza, tales como la anexión de Groenlandia, las redenominaciones geográficas o el asalto a Panamá, no dejan de resultar, como poco, lo que podemos denominar como meras bobadas. O el puro efecto escénico de un bravucón.
Ganar unas elecciones, a pesar de la rotundidad de los datos obtenidos, no faculta para decir o hacer toda cuanta ocurrencia le venga a la mente al elegido reconvertido a moderno cesarato. Por el contrario, el acceso a la dirección de un país obtenido mediante métodos fraudulentos, tal es el caso de Venezuela, supuestamente a través del medio democrático más propio como son las elecciones, no es tampoco legítimo.
Ya es lugar común considerar que la democracia, como modelo político de relación, se encuentra en peligro. En realidad, lo que está en cuestión es un tipo de democracia, la que nos legaron desde el siglo XIX los padres del liberalismo europeo, de Hobbes a Locke, y que autores como McPherson denominan la teoría política del individualismo posesivo. Lo que está en cuestión, en realidad, es un modelo de democracia, la que hemos denominado como democracia representativa, debido, fundamentalmente, a que los representantes “no nos representan”.

«Un divorcio tan manifiesto entre gobernantes y gobernados evidencia una discrepancia de fondo sobre el ejercicio de la participación ciudadana»
La realidad se empeña en cambiar
Trampantojo: dícese de la ilusión óptica o trampa con la que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve; especialmente, paisaje pintado en una superficie que simula una imagen real. Trampantojo es una apócope de ‘trampa ante ojo’, expresión que procede del francés ‘trompe-l¨oeil’ o ‘engaño al ojo’. En otro término, es lo que en arte se denomina ‘perspectiva forzada’, como esas fotos que nos muestran a los turistas sosteniendo la Torre de Pisa.
Y quizás eso es lo que está ocurriendo, que el modelo heredado desde hace ya un par de siglos, al menos en las zonas del mundo que apuestan por el liberalismo, más o menos atenuado, con base en el modelo político sostenido en la democracia-liberal, está pidiendo que, como poco, lo revisemos.
La eterna pregunta de Lenin: ¿Qué hacer?
Su contraparte lo supondría la democracia asamblearia, que bien sabemos que precisaba, al menos hasta ahora, de ámbitos restringidos por la necesaria gestión efectiva de las aportaciones, tal es el caso de algunos cantones suizos, donde este modelo de participación pudiera resultar factible. Pero, para redefinir el modelo democrático, que bien parece que la situación nos tiene desconcertados y ansiosos ante su presente y su futuro, habría que considerar algunos aspectos propios del siglo en el que estamos, es decir, el XXI, tales como:
1.- La radical importancia que tiene la tecnología en todos los ámbitos de nuestra vida, sobre todo lo que supone y supondrá la abrupta irrupción de la Inteligencia Artificial.
2.- Una revisión necesaria del modelo de participación ciudadana, en la que habrá que considerar la importancia no solo de la participación en sí, sino también de una participación consciente, más allá de la mera inserción de una papeleta en una urna. Siendo muy concretos, ¿Qué ocurre con el voto en blanco, como podría contar?
3.- La reorganización profunda que exige el propio hecho de la representación política, que debiera implicar un conjunto importante de deberes y no solo un repertorio de derechos que devienen, final e inevitablemente, en privilegios.
4.- Entender, desde las democracias liberales, que el paralelogramo internacional de fuerzas ha cambiado desde el final de la guerra fría, y que la mitad del mundo opta por la intervención política en la actividad social y económica, en numerosas ocasiones, sin restricción alguna; a Fukuyama, hay que revisarlo.
5.- Que el aumento que se ha generado, en gran medida gracias al uso de la tecnología, en las posibilidades de acceso a la información, conlleva un volumen ingente de conocimiento. Por una parte, insta a los poderos políticos, de cualquier signo, a optar por el control tecnológico de los ciudadanos y, a estos a buscar fórmulas de burlarla y de ejercer la libertad sin restricciones. Un divorcio tan manifiesto entre gobernantes y gobernados evidencia una discrepancia de fondo sobre el ejercicio de la participación ciudadana y de sus formatos.
6.- Y finalmente, por no extendernos, la actualidad de una guerra entre la moral y las costumbres con el derecho, tal y como evidencia eso que denominan ahora “wokismo”.

Hay que redefinir los fundamentos de la democracia, sí, pero de un modelo de democracia, la representativa, que no es y no resultará ser, el único modelo posible. Es un reto, sin duda titánico, pero un reto obligado.