EL ATAQUE DE LA BANCA A LOS CONSUMIDORES: CIERRE DE SUCURSALES Y BRECHA FINANCIERA

El cierre paulatino de las sucursales bancarias imposibilita prestar un servicio presencial e impone a los consumidores realizar trámites online.
Antonio de Padua Barrera Sández
¿No recuerdas cuándo acudías a tu sucursal bancaria a informarte sobre ciertos movimientos sospechosos de tu cuenta? ¿O para preguntar el tipo de interés para una cuenta de ahorro?
Pues desde hace unos años ya es tarea prácticamente imposible. En cuanto a recursos de personal, ya apenas se ven a aquellos empleados/as de banca, cuya atención al cliente era exquisita. Se han sustituido por comerciales que van a comisión, más interesados en venderte un producto que en prestarte la atención que mereces y necesitas.

Frente a la falta de formación de personal para trabajar en la banca o en entidades financieras, encontramos también una falta de estructuras, que se traduce en el cierre de sucursales bancarias.
La crisis financiera del año 2008, de la cual aún no nos hemos recuperado del todo, sumado a la nueva crisis originada por la pandemia, arroja una escalofriante cifra de más de 23.000 oficinas cerradas, lo cual supone, según el Banco de España, más de la mitad de la Red.
En el año 2021, la noticia más sonada fue la fusión de las entidades Caixabank y Bankia. Vamos, fusión no, porque básicamente lo que hizo Caixa fue absorber por completo a Bankia. El resultado se tradujo en el cierre de, aproximadamente, 1.534 oficinas.
A todos nos resulta un incordio que nos cierren una sucursal. Seguro que tienes actualmente, o has tenido cerca de tu domicilio, una sucursal de tu banco. Que, con la falta de personal especializado, te ha servido únicamente para ingresar dinero o retirarlo del cajero. Porque eso sí: que no se te ocurra hacerlo en ventanilla, que encima los caraduras pretenden que les pagues.

Si esa sucursal cerrara, tendrías que desplazarte a otra. Quizás, dependiendo del barrio en el que vivas, tengas que usar el coche. El cierre de sucursales supone que tengas a tu disposición menos cajeros en los que operar, menos atención en ventanilla, etc.
Se constata de esta manera, o al menos así lo opina el autor de este artículo, la existencia de un claro perjuicio a los consumidores, pues la banca se inclina por prestar menos servicios pero cobrando más dinero, un hecho que vulnera lo dispuesto en la normativa que protege a los consumidores y usuarios.
Esta vulneración se acentúa aún más cuando los consumidores residen en poblaciones o núcleos rurales, donde el cierre de una sola sucursal afecta a la gran parte de sus habitantes. En el año 2021 se realizó un estudio de la Fundación Ramón Areces y el Ivie, donde se reflejó que el porcentaje de la población que reside en municipios sin ninguna oficina bancaria ha aumentado del 2% en 2008 al 3% en 2019, lo que afecta a un total de 1,4 millones de personas.
A mayor abundamiento, el propio Banco de España advirtió que el déficit de oficinas bancarias fuera de las grandes ciudades juega un papel fundamental en la salud de los pequeños negocios rurales. Tal es así que el cierre de sucursales puede llevar a la quiebra y cierre de un gran número de los mismos, que por cierto: no olvidemos que la mayoría son negocios familiares.
Así pues, tenemos que el cierre de sucursales en el medio rural afecta a los consumidores mediante un ataque a dos bandas por parte de la banca: si atacas directamente al trabajo y a los ingresos, provocando el cierre de los negocios rurales, también estás debilitando el consumo de sus habitantes. Pero la pregunta que debes hacerte es “¿por qué?”.

El autor del presente artículo opina que, en un burdo intento de justificación por parte de la banca aduciendo exceso de gastos, realizando un estudio de nivel de parvulario, llegaron a la brillante conclusión de que no les compensaba mantener abiertas sucursales en el medio rural. Hemos de suponer que esos supuestos gastos excesivos no pueden compensarse con los millones de euros que facturan en un año.
Retomando el tema central de este artículo, el cierre de sucursales bancarias conlleva implícitamente la imposición a los consumidores del uso de aplicaciones digitales para poder realizar sus gestiones bancarias. Lo que se les está imponiendo, sin dejarles otra opción, es una digitalización de la banca y de los servicios financieros, llevándose a cabo una agresiva campaña de marketing para ocultar esta imposición: la revolución de la banca -como si ello fuera lo mejor para el consumidor- la aparición de las fintech o aplicaciones que se usan para gestiones bancarias, la gratuidad (en principio) de la banca online…
Como seguramente ya sabrás, la palabra “imponer” y “consumidor” no casan muy bien. El mero hecho de imponer una conducta a un consumidor es abusivo a todas luces, por tanto, nulo, por lo que puede reclamarse el cese de este tipo de conductas.

A lo largo del artículo hemos tratado de evidenciar la cantidad de problemas que provoca el cierre de sucursales y oficinas, sobre todo en aquellos núcleos de población que conforman el medio rural. Imagina por un instante cuando, además, en esa población se ha producido algún tipo de catástrofe natural, como un terremoto o un incendio.
Pero eso a la mafia de la banca le da igual. Y mientras tanto, nosotros aquí, pagando sus gracias.
Como siempre, te agradezco de corazón que hayas dedicado unos minutos a leerme.