Viernes, 7 de febrero, 2025
La Iniciativa

«Si no hubiera sido por Barak Obama, que ordenó protegerles, la pesadilla que han vivido miles de mujeres y niños yazidíes no habría tenido ningún interés internacional»

Ethel Bonet después de licenciarse en Filología Árabe realizó un Master en periodismo en la Agencia Efe. Su primera cobertura fueron las elecciones presidenciales de Egipto en septiembre de 2005, que dieron una nueva victoria a Hosni Mubarak, que dimitió en febrero de 2012 tras el alzamiento popular que puso fin a tres décadas de dictadura militar. Desde entonces, ha cubierto noticias en Egipto, Pakistán, Líbano, Israel-Palestina, Libia, Siria, Irak, Somalia, Yemen, Afganistán, Ucrania, Nigeria, Bahrein… corriendo de un sitio para otro, compartiendo, viviendo, durmiendo a veces en hostales o en un colchón o sofá en casas donde le han invitado. Ha publicado Genocidio del Pueblo Yazidí en una coedición de la editorial malagueña Última Línea y el Centro de Investigaciones sobre los Totalitarismos y Movimientos Autoritarios (CITMA). Con los cambios profundos que está habiendo en la región tras el derrocamiento en Siria Bachar el Asad, La Iniciativa dialoga con ella

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«A una periodista de guerra le dicen: ‘¡Estás loca, como se te ocurre ir allí!’.  A un periodista de guerra: ‘¡Qué huevos tienes!’»

Usted es una auténtica periodista de guerra. ¿La primera guerra no la tiene con los medios en los que se encuentra este tipo de periodismo?

Desde hace años, los medios se han subido al tren de la “crisis” y cada vez hay menos dinero para coberturas de guerra, ya que son las más caras, porque al periodista le deberían cubrir un seguro de vida y todos los gastos para poder trabajar, que son alrededor de 400-500 euros al día. Desgraciadamente, son pocos los afortunados que trabajan con el apoyo total del medio y ahora las coberturas en países en conflicto se cubren o desde la distancia o con free lance con los que no hay ningún tipo de vínculo laboral y por ello no representa una carga moral para el director/directora del medio si le ocurre algo al periodista.  Esta es la cruda realidad hoy en día del periodismo de guerra en España.  Otro de los problemas, que está relacionado con lo que ya he expuesto, es que, por lo general., los free lance van a “hacer carrera” a las zonas de guerra y su conocimiento sobre la situación es deficiente, ya que a menudo es la primera vez que se embarcan en una aventura de este tipo y los medios compran sus crónicas sin un criterio selectivo, ofreciendo al lector una información empobrecida por falta de conocimiento y experiencia periodística.

Ya hablando del terreno, ¿el periodismo de guerra no es más peligroso para una mujer?

Depende. A veces el ser mujer te da ventajas como el que estén más pendientes de ti por ser mujer. Me refiero en situaciones de peligro, un militar correrá hacia ti para ayudarte. Si fueras hombre correrías como otro más.  Esa “caballerosidad” está siempre presente, algo que a veces molesta porque tú no pretendes ser diferente, pues eres periodista de guerra.  Me llama la atención que desde hace unos años somos más mujeres que cubrimos las guerras y aún así, a la hora de empotrarte con una unidad militar no hay cascos ni chalecos de tu medida, porque no se piensa que una mujer periodista vaya a cubrir una guerra. A título personal, lo que más me fastidia es el lenguaje sexista. A mí me dicen: “¡Estás loca, como se te ocurre ir allí!”.  A un compañero le dicen: “¡Qué huevos tienes!”.

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Usted tiene mucha experiencia en países de mayoría musulmana, ¿es un problema añadido para una mujer?

Como mujer trabajar en países de Oriente Medio, Asia Central o África es una ventaja en ciertos aspectos. Con ello me refiero a que como mujer pueden adentrarte en el mundo haram de las mujeres, una experiencia sumamente enriquecedora que siendo periodista (hombre) nunca podrás acceder.  Otra ventaja es que al ser mujer occidental el trato con la otra parte (el mundo de los hombres) también es fluida porque no formas parte de su sociedad y se encaja mejor que una mujer occidental esté tomando té o fumando como un carretero en una reunión de hombres. Por otro lado, es cierto que, como mujer occidental, te cuesta asumir el trato a veces vejatorio hacia sus mujeres y como periodista debes mantenerte al margen. Yo he tenido que sufrir lo que es llevar un burka en Afganistán y tener que, literalmente, morderme la lengua para no contestar cuando un talibán me agradece que respete sus principios y su cultura.  A veces, también, siente miradas de indignación por parte de las mujeres.  Para viajar en el vagón reservado para mujeres en el metro de El Cairo hay que parapetarse para sortear los cuchillos que te lanzan ellas con la mirada.

Tras las revoluciones en los países árabes, ¿ha llegado la primavera o ha aumentado más el caos?

No sé a quién se le ocurrió el término de “Primavera” árabe, a la larga ha sido una expresión muy poco acertada. Las revoluciones necesitan su tiempo para consolidarse, es cierto. Pero, en el caso de los levantamientos de 2011 en el mundo árabe había un fallo desde sus inicios. No fue un movimiento de protesta social que surgió desde dentro, siempre estuvo manipulado por intereses de poder regionales e internacionales.  Ahora, estamos en otro momento histórico en Oriente Medio con el “Otoño” árabe en Sudán, Argelia, Líbano e Irak. Esta vez, funcione o no funcione, ha sido la sociedad civil sin distintivos políticos quienes han salido a las calles a pedir el cambio, el fin de las castas políticas y la corrupción.

A mi juicio, las revueltas árabes de 2011 fueron como una especie de “experimento” de laboratorio que demostró que la situación anterior a las “Primaveras” era mejor que lo que vino después. Ahora en Egipto hay una dictadura más acérrima que la de Hosni Mubarak. Todo esto después de dejar que, en unas elecciones, de verdad, libres y justas, el pueblo egipcio diera su apoyo a los Hermanos Musulmanes. Occidente se puso las manos a la cabeza, como cuando ganó Hamas en Gaza en 2006. ¿Qué te esperas? En países donde solo hay dictaduras, y no proliferan los partidos políticos porque son una amenaza para el establishment, las cofradías musulmanas hacen el papel social que no brindan ni los gobernantes ni el Ejército. En Libia, desde la caída de Muamar Gadafi, el país ha estado sumido en el caos.  Pese a ser otro sátrapa más en la región, Gadafi supo encontrar el equilibrio entre el poder tribal y su modelo de gobierno socialista.  Ahora todos luchan contra todos. Hay un desgobierno que ha hecho proliferar las mafias, los grupos yihadistas… En Siria hay una guerra civil desde hace nueve años. El único país que salió a flote ha sido Túnez, donde nació la Primavera Árabe. No es una democracia perfecta, pero qué país la tiene.

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Europa no se libra de la guerra. ¿Cómo es posible que tras la Segunda Guerra Mundial y las de la desintegración de Yugoslavia haya una nueva guerra en Ucrania?

La guerra en Ucrania y de otras ex repúblicas soviéticas no es otra cosa que el conflicto soterrado entre el capitalismo, representado por la Unión Europea, la OTAN y EEUU, y el comunismo ruso. La crisis económica, política y de identidad propia, manipulado por el pasado comunista de la URSS y ese Occidente de Hollywood.  El país se ha dividido en dos defendiendo unos principios arcaicos como en los 80 con la entrada de España en Unión Europea que iba a traer modernidad y prosperidad y la visión más pura del comunismo a lo Stalin. Es realmente aterrador ver a niños desde 11 años, totalmente manipulados, aprendiendo a luchar para defender una patria partida, en un bando o en el otro es lo mismo. Los separatistas prorrusos del Donbás o los grupos de ultraderecha de Azov.  La educación militar en las dos ucranias es una bomba de relojería para la vieja Europa.

El genocidio en Yugoslavia nos impresionó en Europa. A solo tres horas en avión de Madrid se estaba exterminando a un pueblo entero.  A la mayor parte de la población española le costaría situar en el mapa donde (mal)viven los yazidíes. ¿Cómo un genocidio en pleno siglo XXI no es apenas conocido?

El genocidio yazidí tiene varios males: el desconocimiento y que son “árabes”. En primer lugar, Irak está muy lejos de España y para muchos se trata de una matanza más de “árabes” contra árabes.   Cada vez que tengo que explicar en una charla el genocidio yazidí, lo que primero que hago es preguntar al público qué saben de los yazidíes.  Es curioso que siendo la primera religión monoteísta de la humanidad, con más de 5000 años de historia, muy pocos conozcan el pueblo o la religión yazidí. Es más, si el Estado Islámico no hubiera perpetrado una masacre contra el pueblo yazidí, que ya ha sobrevivido a otros 64 genocidios, nadie hablaría de ellos ahora.  Actualmente, no suman más de medio millón cuando fueron, según su tradición, los primeros pobladores del creciente fértil. A veces pienso que si no hubiera sido por el ex presidente de Estados Unidos, Barak Obama, que ordenó el primer ataque en Irak desde la caída de Sadam Hussein, en el monte de Sinjar, hogar de los yazidíes, para protegerles, la muerte de cientos de ellos y la pesadilla que han vivido miles de mujeres y niños yazidíes no habría tenido ningún tipo de repercusión mediática ni interés internacional.

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En España existe cierta solidaridad con el pueblo kurdo. Los yazidíes conviven con los kurdos, marginados entre un pueblo sin Estado. ¿En algo cambiaría la vida de los yazidíes con un Kurdistán como Estado independiente?

Los yazidíes son los kurdos puros, los que no se doblegaron al islam en sus campañas a partir del siglo VIII, o es, al menos lo que muchos de ellos piensan.  Es un tema complejo y difícil de responder en unas líneas. Kurdos y yazidíes han convivido durante siglos, pero también con los árabes. Hablan el dialecto kurmanji pero también el árabe por las campañas de arabización durante Sadam Hussein.  Respecto a si cambiaría su vida en un Estado independiente kurdo, no lo sé. Pero dentro del Kurdistan iraquí no todos quieren vivir con los kurdos, hay mucho resentimiento con los peshmergas (fuerzas kurdas) ya que les abandonaron y les dejaron sin protección cuando el Estado Islámico irrumpió en Sinjar el 3 de agosto de 2014.  La región de Sinjar es una de las zonas en disputas entre la administración kurda y el gobierno central iraquí. Ahora la zona está bajo el control de Bagdad, pero en 2014, los yazidíes de Sinjar eran responsabilidad del presidente Masud Barzani, que es kurdo.

Al presidente Obama le impresionó el genocidio que el Estado Islámico llevaba a cabo contra el pueblo yazidí y tardó poco en reaccionar con una intervención militar. La progresía criticaba a Estados Unidos por ser el gendarme del mundo, ahora se critica al presidente Trump porque se desentiende de ‘cuidar’ al mundo. ¿En qué quedamos?

Es una paradoja… Como ya he dicho antes, gracias a la intervención militar de Obama, captó la atención internacional sobre lo que ocurrió en el monte de Sinjar. Obama apadrinó el sufrimiento del pueblo yazidí e hizo suya la lucha contra el Estado Islámico. Una de las grandes paradojas del ex mandatario de EEUU es que recibió el premio Nobel de la Paz y a la vez es el presidente que más ataques con drones ha ordenado durante sus dos legislaturas. Ni la política “protectora” de Obama ha ayudado a la paz en Oriente Medio ni el pragmatismo de Trump ha acervado la guerra. Creo que si EEUU y Rusia dejaran en paz al mundo árabe les iría mejor… o tal vez no. 

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¿Las víctimas de los genocidios en general podrán descansar algún día?

La exhumación de las fosas comunes es quizás la fase más larga y dolorosa de un genocidio.  Las familias permanecen años, incluso décadas sin saber que ha sido o dónde están sus seres queridos.  La muerte se asume una vez que ha sido enterrado el cadáver. Mientras reina la incertidumbre continúa el calvario de la familia. La exhumación de las fosas en el caso del genocidio yazidí es una batalla de competencias entre Erbil (capital del Kurdistán iraquí) y Bagdad, lo que está ralentizado el proceso y alargado el dolor de las familias supervivientes.  A los más de 300.000 yazidíes supervivientes que viven en los hacinados campamentos de desplazados del Kurdistán iraquí no se les permite regresar a sus hogares y no podrán despedirse de sus muertos.  Otros 100.000 han decidido poner tierra por en medio y enterrar el pasado. Mientras tanto, aún hay miles de mujeres a las que el Estado Islámico convirtió en esclavas sexuales en paradero desconocido.  El EI ha sido militarmente vencido en Irak y Siria pero para los yazidíes aún no ha terminado la pesadilla.


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